1984 en 2004

Víctor Rey

FTL-Chile

 

"¾¿El Hermano Mayor Existe?

¾Naturalmente, él existe. El partido existe. El Hermano Mayor es la personificación del Partido.

¾¿Existe de la misma manera que yo existo?

¾Usted no existe, dice O Brien".

 

George Orwell, 1984*

 

Corre el año 1948. La tuberculosis avanza mientras George Orwell escribe un nuevo libro. Sabe que será el último y quiere que sea el más combativo, el más explicito, el más convincente. Esta última obra describirá una sociedad en la que la máquina y el Estado han triunfado sobre el hombre y la mujer individual.

 

       En esas páginas estarán las cosas que le ha tocado vivir: El colonialismo inglés en la India y Birmania, los medios de comunicación convirtiendo la mentira en verdad, los amigos enfrentándose durante la Guerra Civil Española, las demencias lúcidas del nazismo, el fascismo y el stalinismo.

 

       A los cuarenta y cinco años está viejo y enfermo. George Orwell, cuyo nombre original era Eric Blair, nació en un modesto hogar anglosajón en Motihari, India. Era el hombre que había abandonado su nombre a los treinta años de edad, después de graduarse en Eton y patrullar con uniforme blanco y sombrero cucalón las calles de Rangoon, para emprender una carrera de escritor-proletario. George Orwell, individualista, agnóstico, maniático de la limpieza, carente de vanidad, eternamente mal vestido, ausente, de ademanes rudos, flaco y alargado, con aire de sacerdote y dos mechones de pelo bailando sobre la frente llena de arrugas. Un rebelde más que un revolucionario, siempre consecuente, siempre coherente, siempre decente consigo mismo y con los demás.

 

       A Orwell no le gustaba el mundo y quiso cambiarlo. Reclamó contra la deshonestidad y la ola de mentiras en todos sus ensayos y artículos periodísticos, combatió junto a los trotskistas en la Guerra Civil Española y defendió a los anarquistas en su "Homenaje a Cataluña", de 1938. En plena Segunda Guerra Mundial, denunció los desesperanzadores resultados de la revolución soviética escribiendo la fábula satírica Rebelión en la Granja, donde dijo: "Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros".

 

       Terminada la guerra, la paz no llegó. Orwell advirtió los gérmenes del totalitarismo presentes en todas las sociedades del mundo. Intuyó que el planeta se dividiría en bloques inexorablemente antagónicos; que la permanente pugna entre esos bloques justificaría todo tipo de atropellos a los derechos humanos; que el poder se concentraría cada vez más, y que el mundo podía llegar a convertirse en una gran dictadura irreversible.

 

       Contra todo eso protestó de diversas maneras. Su libro 1984 fue publicado siete meses antes de su muerte, acontecida en Londres en 1950, y constituye más una advertencia que una profecía. La novela señala un camino que no debemos recorrer. Y como tal, nunca perderá vigencia mientras existan la humanidad y la tentación del poder.

 

       En julio del año 1984 fuimos desafiados a leer esta novela por el teólogo peruano Samuel Escobar, quién se encontraba de visita en Chile. En enero del 2002, seis meses después de volver a Chile y al revisar mis libros que había dejado por diez años que estuve fuera de mi patria, me volví a encontrar con el viejo ejemplar de una edición soviética de este libro. Lo he vuelto a leer ahora que ya no existe la Guerra Fría, en estos tiempos de globalización, neoliberalismo y postmodernidad. He constatado con asombro la vigencia que tiene y la importancia de volver a leerlo y estudiarlo hoy día, ya que da muchas luces sobre esta nueva época y lecciones que podemos aprender para las Iglesias.

 

       Este famoso libro escrito por el escritor inglés, es una obra de ficción en la cual el autor se imaginaba el futuro. Cuando él la escribió, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, no pensó que iba a transcurrir tan rápido el tiempo. "1984" parecía entonces una fecha lejana en la que todo iba a ser posible. Lo que Orwell hizo fue tomar algunas tendencias de su época y mostrar cómo se iban a desarrollar en el transcurso del tiempo.

 

       Algunas de estas profecías se han cumplido, otras no. Algunas cosas horribles que parecían muy distantes, son ahora cosa de todos los días. Son parte de la escena mundial que aceptamos con naturalidad.

 

       Quiero nombrar tres elementos de este libro que me parecen importantes:

 

       Primero. Una cosa que Orwell da a conocer con insistencia es lo referente a la manipulación de la historia.

 

       Un personaje de la novela llamado Winston Smith trabajaba en el "Ministerio de la Verdad", y una cosa que tenía que hacer cada día era revisar la historia, leer los periódicos y libros para acomodar todo a lo que el partido había dicho y aceptado oficialmente en esos días. Existía un partido que dominaba la sociedad y había que demostrar que la ideología que estaba escrita en los libros se cumplía en la realidad, y si no era así, había que cambiar la teoría, borrar los discursos, los periódicos y para eso se recurría a las técnicas modernas. La función de este personaje central era la de acomodar la historia a los intereses del partido.

 

       Una situación así, asusta. Pero en América Latina hemos visto estos ejemplos con mucha frecuencia. Una de las cosas que hoy particularmente se está dando en nuestro tiempo en el mundo es justamente la revisión de la historia.

 

       Todo grupo que se encuentra en el poder no sólo tiene el poder de manejar la historia hacia el futuro sino también hacia el pasado. Hay versiones oficiales de la historia que no siempre corresponden con lo que realmente pasó. En América Latina se está enseñando la historia desde una perspectiva en la cual se da primacía a lo económico por encima de otras áreas de la vida, y todo aquello que no tiene trascendencia económica se deja de lado como algo poco importante.

 

       En una visión de la historia así, hablar de la vida eclesial, de la espiritualidad, de Dios, viene a ser como hablar de la Iglesia como una fuerza económica solamente, puesta al servicio de la economía.

 

       Segundo. Otra cosa que nos advertía Orwell es que iba a existir una forma de lenguaje ambiguo. En el cual lo negro es blanco, la paz es guerra, libertad es esclavitud, ignorancia es fuerza y la verdad es mentira. En la novela, se manipula el vocabulario según los intereses de los que están en el poder. Las palabras significan algo distinto a su sentido original.

 

       En nuestros días asistimos a una situación parecida, en la cual las palabras: verdad, libertad, igualdad, democracia, etc., se manipulan de acuerdo al gobierno que se encuentra en el poder.

 

       Tercero. Una expresión famosa del libro de Orwell era: "El hermano mayor te está vigilando". El mundo de pesadilla que imagino Orwell en su novela es un mundo en el cual la vida privada, la interioridad, la vida individual, ya no es posible. Hay todo un sistema de espionaje a través de la electrónica, de manera que las acciones de una persona estaban controladas por el Estado a través de una red de investigación.

 

       El personaje más interesante de la novela de Orwell se da cuenta que no puede pensar por su cuenta. Todo está vigilado. Por todas partes el "Hermano Mayor” vigilaba toda la sociedad, lo cual obligaba a la autocensura. Esta situación no está lejos de la realidad hoy día. Cada vez más vemos cómo las grandes potencias tienen información acerca de todos los países del mundo a través de satélites y otros mecanismos cada vez más sofisticados. Todos somos vigilados. El ejemplo del Perú, a través de las múltiples grabaciones de videos que hizo el asesor Vladimiro Montesinos del Presidente Fujimori, es un ejemplo reciente de lo que estamos diciendo. En Chile, un político joven vio frustradas sus posibilidades de ser candidato a la presidencia de la República porque se descubrió que sus conversaciones eran escuchadas y grabadas por personal del ejército. Y en el Pentágono norteamericano se pretende poner en operaciones un sistema computacional capaz de rastrear todas las comunicaciones que se realicen en el mundo vía Internet. Desde transacciones bancarias hasta contactos personales por e-mail, todo podrá ser revisado por el nuevo sistema sin necesidad de una orden judicial.

 

       Un pensador cristiano francés, Jacques Ellul, dijo que la propaganda y la publicidad son un fenómeno característico de nuestra época. Que la propaganda es una realidad porque todo Estado, cualquiera que sea su signo, la necesita.

 

       En este contexto, la Iglesia esta tentada a utilizar la propaganda, el marketing, la influencia de los medios de comunicación para transformar el mensaje de Jesucristo solamente en una propaganda. Esto da qué pensar, pero también mucho qué temer.

 

 


© Fraternidad Teológica Latinoamericana www.fratela.org

Revista electrónica Espacio de Diálogo, (Fraternidad Teológica Latinoamericana), núm. 1, septiembre-diciembre del 2004, www.cenpromex.org.mx/revista_ftl/num_1


 



* Paris, Gallimard, 1983.